miércoles, 10 de agosto de 2011

:::Entrevista Nº 3:::


La Travesía de un africano en Argentina

Hablamos esta vez con José Manuel, un angoleño que específicamente es de Luanda y que hace unos años tuvo que venirse a la Argentina beneficiado por los tratados entre su país y este para proteger a los que logran escapar de aquel continente en constante conflicto. Ahora reside en Córdoba y trabaja en la zona peatonal de esta ciudad vendiendo joyería, como lo hacen la mayoría de los que perteneces a esa comunidad.

 ¿Qué fue lo que te llevo a irte de tu país y venir aquí?

Mi país esta dominado por una dictadura o varios grupos enfrentados en realidad, son como grandes pandillas que se disputan un territorio, hay bandos que constantemente se enfrentan entre si, todo es un gran campo de batalla y los ciudadanos no somos nada, solo obstáculos que se sacan fácilmente del camino, entran a tu casa, violan a tu madre y a tus hermanas y nadie puede hacer nada, no tenemos ningún tipo de protección al respecto y todos los días puede ser tu ultimo día. Todo el mundo esta armado y no es extraño ver a un niño de siete u ocho años con un arma de cualquier tipo, las cosas son muy difíciles allí y yo me vine a Córdoba hace dos años porque perdí o toda mi familia y no me quedaba nada por lo cual luchar, salvo por mi vida. Tenia que escapar de todo eso porque el trabajo tampoco es bueno, somos esclavos de la minoría que mas tiene y nos tratan como si fuéramos animales, la situación es muy complicada y por eso es que agradezco la posibilidad que tuve de venir acá porque a pesar de que mis expectativas eran otras por lo menos acá no corre riesgo mi vida como allá, y aunque hay otras cuestiones, no las cambio en relación a las que viví antes, en mi hogar.

¿Qué situaciones por ejemplo?

Es como que la comunidad africana acá esta muy estereotipada, aunque de a poco vemos como la gente empieza a abrir un poco la cabeza, me sorprendió la poca cantidad de gente de raza negra que hay en este país y aun me pregunto que paso, porque es así y me da un poco me miedo. La discriminación, no es tan grande como uno cree pero…cuando se da, uno sufre muchísimo, en realidad creo que es una cuestión de percepción porque también es cierto que no nos dan trabajo en ningún lado y la gente nos mira mal, no se bien que es lo que piensan de nosotros pero si se que todos terminamos trabajando de lo mismo y viviendo juntos porque no nos queda otra ya con los alquileres, por ejemplo, pasa lo mismo.

¿Entonces, tu vida sigue siendo difícil?

Claro que mi vida sigue siendo difícil, y mucho, pero comparado con lo que viví yo en Angola esto no es nada y es por eso que a pesar de todo estoy muy agradecido por la posibilidad que dios me dio. Acá las cosas están bastante bien en comparación y veo que la gente de estos lados se queja de muchas cosas solo porque no ven lo que son otras realidades, no se ponen a ver lo que sufren otras personas y no se valora lo que se tiene, no quiero parecer un mártir pero a veces uno se ríe por escuchar algunos reproches que hace la gente. Siento que en relación a continente africano, acá no se tiene idea de lo que es la escasez.

¿Sentís rencor por todo lo que tenes que pasar?

Me gustaría que las cosas fueran diferentes y que todos pudiéramos vivir en comunidad y en paz sin fijarnos tanto en lo que nos diferencia, me gustaría también que en mi país y en todo el continente africano cambie la situación que nos ha estado torturando desde siempre, que dejen de usarnos mundialmente como mano de obra barata y que no nos den nunca una mano a nosotros, siempre nos han visto como los bichos de la sociedad y no es así, se que es una cuestión histórica pero me gustaría que las dictaduras dejaran de existir y que tuviéramos la autonomía que no tenemos y que nunca tuvimos, me gustaría que las cosas cambiaran y se que van a cambiar, mientras tanto resisto y aprendo de lo que me toca experimentar en la vida.

Después de esas palabras sigo escuchando su testimonio, las aventuras de un corazón que a pesar del dolor no pierde las esperanzas y las fuerzas de seguir luchando, aun habiéndolo perdido todo.

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